8.1.13


Fig. 1.1 Dibujo que acabo de terminar y me ha gustado
 pero que no tiene mucho que ver con el texto.


Me mudé de la casa de siempre porque llevaba tiempo pensando que ya estaba lista para hacerlo. Realmente nunca he creído que mudarse de la casa de los padres sea cosa obligatoria, ni antes de los treinta ni después... sólo que pasó rápido y me pareció buena idea. 

Dejó de serlo por unos instantes cuando la mente se nubló con el estrés típico de esas situaciones y el no tan reciente descubrimiento de mi falta de capacidad para entender de razones domésticas. Aprendí. Me sentí timada un par de veces pero nunca me senté a llorar de pura desesperación ni nada parecido. Estoy tranquila y contenta; mi nueva casa es tan iluminada que me pica los ojos desde la primera hora de la mañana, además está cerca de todos lados y me preparo para despedirme del transporte público por un buen rato... a nadie le gusta sentirse al borde de la muerte varias veces al día!

Tengo ese sentimiento raro y algo pesimista de que sólo cuento conmigo (y un vaso con bordes irregulares poco recomendables y el escritorio a punto de colapsar), pero me cae bien... lo único malo es que extraño cosas sencillas, como poder calentar el café y preparar un huevo...algunos programas de televisión,  el asiento del inodoro, a mis vecinos perros y algunos regaños de la mamá...

No creo necesitar nada más. Y no es taaan difícil como me dijeron antes...además creo que Sol ya se acostumbró.