26.5.11

Historias de un cuerpo resentido.



Se necesita ser muy ingenua (ignorante también) para poder confundir los dolorcitos de ovulación con una infección agresiva y puerca en las vías urinarias. 
No respeta nada, te aprieta el vientre y te hace vomitar en las reuniones semanales. 

Me recordó episodios hilarantes de mi infancia cuando me ponía triste porque los esqueletos de las monografías no tenían orejas, o porque me ofendía si alguien sugería que había soltado un gasesillo porque yo "me acababa de bañar". Asi es esto, se aprende todo el tiempo (para después olvidar el 80%).

Pero ya me tomé unas pastillitas que prometen, así que me voy a la cama a soñar en japonés.